miércoles, 24 de abril de 2013

XV ENTREGA DE PREMIOS A LA BONDAD TOTAL

Todo preparado”, dice el regidor.

La presidenta se levantará y se dirigirá al escenario con los aplausos de los asistentes retumbando de fondo. Subirá las escaleras del escenario y girará levemente el tronco cuando salude al público con un movimiento de mano muy ensayado, a caballo de lo informalmente tímido e inesperado. Le dará dos besos a cada uno de los señores del jurado. El presentador de la entrega de premios cogerá a la presidenta por la cintura y la guiará de cara al público. En ese momento la presidenta volverá a saludar, esta vez con una gran sonrisa. Alzará la mano izquierda, y el hombre calvo la derecha. Durante unos segundos parecerán una W. Finalmente se separarán.

El hombre volverá a su asiento correspondiente con el resto del jurado. La presidenta hará un paso adelante, se acicalará la campanilla con un rítmico tosido y dará las gracias.

Las luces se apagarán. El proyector de la pared se pondrá en marcha. Su cabeza quedará iluminada mientras las imágenes empiezan a rodar. Sus gafas de fina montura brillarán tanto como su pelo corto y gris. Es una mujer progresista.

En la proyección aparecerá:

  1. Un niño negro muerto de hambre.
  2. Una cabra paupérrima.
  3. Una mujer con las tetas muy caídas.

Si nos fijamos en la esquina superior derecha del vídeo que estará siendo proyectado en el fondo del escenario, podremos ver el logo de la ONG que la mujer preside. Es una bola naranja con una elipse abierta en su tramo más bajo. Uno no tiene que ser un genio para adivinar que simboliza una persona con la intención de abrazar algo que el logo no termina de especificar, probablemente un niño. Todos han pensado que la banda sonora de Gladiator, más concretamente la exótica pieza que también salía en los anuncios de Ferrero Rocher, resultará perfecta para aliñar de dramatismo el vídeo de cabras, mujeres y niños sufriendo.

El público se preguntará por qué los niños africanos tienen la cabeza tan grande y la barriga tan hinchada. Si tienen la barriga tan hinchada, pensará la duquesa, que se encuentra en primera fila, es porque empiezan a estar bien alimentados. Mientras la rica espectadora sigue pensando, todos a su alrededor estarán deseando una buena copa de champán, porque la entrega de premios resulta ser algo aburrida, a decir verdad.

El silencio será tan profundo que se confundirá con la oscuridad de la sala de actos. Si miramos más allá del niño negro que aparece en el vídeo, descubriremos la silueta paciente de un buitre, pero el detalle es tan pequeño y momentáneo que nadie lo tendrá en consideración.

Cuando el vídeo termine, la presidenta de la ONG se pondrá a contar historias trágicas. Hablará de una mujer que pone la olla al fuego y la llena de piedras y agua porque la visión de una cena imaginaria que nunca llegará calma a sus hijos.

Gracias a la ONG que preside, dice la presidenta, esa gente tiene otro día de vida. Los críticos de la complejidad pensarán que dentro de ella hay una máquina destinada a remarcar cada pocos segundos la salvación que suponen las acciones de los socios para todas esas almas. El público, muy bienestante, alzará un poco la cabeza y la moverá afirmativamente, orgulloso. Quizás aplaudirán. La presidenta seguirá hablando de señores de la guerra que abren las barrigas de las embarazadas. Hay mucha sangre en la mente de esa mujer. Hablará de cómo levantan sus cabezas en dirección a la iglesia mientras disparan sus subfusiles. De cómo el dinero que todo el público envía eventualmente a los pequeños pueblos perdidos del interior del Congo tarda cuarenta y ocho horas en salir del pueblo porque está en manos de los insurgentes armados.

La sorpresa de la noche será la llegada de un niño que la propia ONG ha traído desde el culo del mundo para que acuda a la XV Entrega de Premios a la Bondad Total, porque el público bien estante tiene derecho a verle la cara a la miseria. El niño tiene la cabeza tan grande y su mirada transmite tanta pena que algunas mujeres no pueden evitar bajar la mirada y ponerse tiernas. Seis, siete o quizás ocho años, tiene el niño. Es una edad perfecta: son lo bastante pequeños y flacos como para inspirar compasión y, a la vez, son lo suficientemente grandes como para tener conciencia de su trágica situación, lo que imbuye de realismo su cara. Hay mujeres sentadas entre el público bien estante que en algún punto de su imaginación más profunda están cogiendo al niño y dándole leche de sus propios senos, pero es un pensamiento tan primigenio que ni tan sólo llegan a intuirlo.

El niño subirá las escaleras del escenario. Sus chancletas golpearán la madera noble. Cuando el niño mire atrás se dará cuenta de que las mujeres se lo quieren comer con los ojos y que los hombres le observan con una sonrisa en los labios. Hoy en casa habrá paz. Hoy todo ese público bien estante se sentirá héroe de un mundo solidario. 

Podrían haber vestido al niño como Dios manda. Allá fuera hace un frío impresionante, pero el uniforme del hambre no debe ser removido en ningún momento. No se sacará ni a golpes de martillo. Es algo que se tiene que señalar en todo momento, opina el secretario general de la ONG: todo el mundo debe saber que han traído a un niño pobre, y que ese niño pobre es real.

A siete mil kilómetros de aquí, hace no muchas horas, hay una cola de niños delante de una tienda de campaña. De dentro sale un hombre con una cámara de fotos colosal. El niño que ahora saluda desde el escenario resulta ser el seleccionado durante el cásting realizado en el interior de la tienda de campaña: no es ni muy pequeño ni muy mayor, tiene unos ojos grandes y negros. Por otro lado, se nota que carga mucho sufrimiento a sus espaldas. Es verlo, abrir el monedero y empezar a tirar billetes al suelo. El violín más pequeño del mundo suena, en momentos como este, extremadamente afinado.

Habrá un abrazo efusivo entre el niño y la presidenta. La presidenta se agarrará al niño como si fuera un salvavidas. Ahí se esconde el leitmotiv de la caridad, y es increíblemente estable. Pesará veinte kilos, pero os aseguro que ni la más grande de las bombas alteraría la forma en que la presidenta se agarra a él. El niño no cambia la expresión porque le han dicho que no es recomendable: es, será y por encima de todo debe ser la imagen de los duros tiempos.

Más tarde, las luces se encenderán y una mujer de cincuenta años con medio kilo de joyas encima se acercará a ellos dos, a paso de boda, con un trofeo en la mano derecha y un diploma a la izquierda. La presidenta cogerá el trofeo durante unos segundos y después mirará al niño. Mirará al niño y le dirá que, en verdad, el trofeo es suyo, porque los niños en circunstancias desfavorables como él son el centro de gravedad de su ONG. El niño cogerá el trofeo con sus débiles manos. Ella se encargará de coger el diploma con dinero. Con la mano que tiene libre acariciará la cabeza del niño.

Por último, habrá un animado coloquio regado por el champán. A continuación informarán por micrófono que el reputado chef Ferran Adriá ha preparado una serie de exclusivos bocados para todo el público bien estante. Es entonces cuando el niño le hará saber a la presidenta que tiene ganas de orinar. Los dos se dirigirán al lavabo cogidos de la mano y con una sonrisa pública en la boca, sin saber qué decirse ni necesitando saberlo. Cada uno entrará por la puerta de su respectivo sexo y ahí dentro, en los servicios, la presidenta se olerá los dedos, hará una mueca de asco y empezará a lavarse las manos neuróticamente. Y el niño, y remarco que esto último resulta aún más triste, hará exactamente lo mismo.

sábado, 20 de abril de 2013

HOY HE SALVADO A TODA LA POBLACIÓN DE KENIA

Aún recuerda cuando tenía diez años y un viejo profesor le dijo que la hambruna, para todos ellos, niños que habían nacido en época de relativa bonanza, era cosa del pasado. Le cuesta mucho recordar, de la misma forma, todas las veces que le han dicho que la actualidad y el futuro han pasado a ser sinónimos de un progreso exponencial e infinito. Que sus hijos vivirán mejor que él, que sus nietos vivirán mejor que sus hijos y que sus bisnietos vivirán mejor que sus nietos.

Y lo gracioso es que no se le quitará nunca. Seguirá creyendo que todo irá bien, de la misma forma que será consciente de la gran estupidez que eso supone. Como en verdad nunca podrá conocer a alguien, el objeto de su optimismo será él. Nunca moverá un dedo por nadie y se pasará horas delante de un ordenador o de un papel en blanco o leyendo el papel manchado de otro. Estará pensando mucho en todo lo que sucede y escribirá páginas cagándose en la actualidad y en la trayectoria negra del futuro. Se despertará en él un germen del bien que nacerá y morirá en su cabeza, porque las horas muertas que pasa encerrado en ese sentido del bien terminan siendo pensamientos solipsistas cargados de emociones positivas y fantasías relacionadas con la ayuda al prójimo.

Me encuentro en Kenia ayudando a un montón de gente. Estoy enseñando a leer y escribir a toda esa gente que no pudo. Gracias a mí, el gobierno español y todo el sistema opresor y psicópata mundial se ha derrumbado. No me deis las gracias. No. Por favor. En serio. Esto ya es demasiado. No hace falta que me des las gracias, niño sin zapatos. Aunque sea un paria, aunque mis bolsillos estén vacíos, aunque la sociedad me haya dado la espalda y no encuentre absolutamente nada que pueda afianzar de forma estable toda la información de usar y tirar que tritura mi mente en Internet, lo haré todo con tal de que tengas un buen futuro.

Hace unas semanas se sienta a hablar con un amigo. Entre los dos ponen a parir el sistema actual de solidaridad y critican los movimientos juveniles. No tienen problema en sugerir que las intenciones de una parte muy importante de esos jóvenes son de carácter ególatra y que en verdad nunca se han preocupado por nada más que en sí mismos. Hablan de las malas experiencias que han tenido amigos en común en esos grupos. Hablan de lo callados que siempre están los que realmente quieren ayudar. De cómo esos "buenos de verdad" se han partido la espalda trabajando en algo en que creían y al final ha terminado siendo la replicación de un sistema que es el mismo de siempre: un sistema de asambleas en el que sólo hablan unos pocos y en los que el ego domina por completo cada sesión. Un sistema con minoría de mandantes y un montón de mandados.

Pero menos mal que él es justo: en su cabeza hace cosas buenas. Os puedo asegurar que no ha habido en el mundo un mejor ser humano teórico.

Qué bueno y justo se sentirá en las noches blancas, tumbado en la cama. Qué bueno y justo se sentirá cuando las cosas vayan aún peor. Cuando descubra que, de hecho, la práctica totalidad del mundo es como él y que todos están cambiando el mundo a mejor sin cruzar la barrera de sus mentes, recogidos en su casa porque hace frío, delante de un ordenador porque están aburridos, canalizando toda fantasía hacia una revolucionaria y agradable pasividad que es perfecta para que medre todo aquello que odian.

lunes, 15 de abril de 2013

LA DESGRACIA SE LLEVA POR DENTRO

Un domingo de mayo por la mañana, el padre se pone a cubrir con arcilla los pomos esféricos de cada una de las puertas de la casa. Luego, con la punta trasera del pincel que tiene en la mano derecha, empieza a hacerles pequeñas muescas ovaladas. Después les añade un nuevo pedazo de arcilla un poco más arriba, y al cabo de un rato hay una montañita en la parte superior de cada pomo. Cuando la arcilla se ha secado, les aplica una primera capa de pintura y, después de dos horas, una segunda capa en la que priman los detalles: nariz, color de pelo, labios, ojos. Por último, cuando las pocas brechas de la arcilla han sido corregidas, les echa una capa de barniz mate. Está cansado y le duele la cabeza, pero termina su obra hacia las once de la noche.

Para ese entonces ha convertido los dieciocho pomos esféricos de puerta que hay en la casa en dieciocho caras con aspecto distinto. Su mujer no termina de entender nada, pero como sabe que a veces su marido hace cosas extrañas, no le da importancia y sigue a lo suyo, que es ver un famoso programa de televisión en el que una abuela publicita las identidades de diversos gerontofílicos famosos y muy afianzados en el poder gubernamental.

En cuanto al hijo, que tiene nueve años y una importante cicatriz en su cabeza provocada accidentalmente por el mismo padre, se ha pasado ocho de las catorce horas observando el complejo trabajo del padre sin decirle nada. Ha estado todo el rato escondido tras los muebles de diversas habitaciones y pasillos, aunque el padre supiera en todo momento que él estaba ahí, viendo la gradual transformación de los pomos en algo que al niño le parece terrorífico, porque cada una de las dieciocho caras tiene una expresión de sufrimiento distinta grabada en el rostro: hay algunas que abren mucho la boca mientras cierran los ojos, y hay otras que tienen la boca tan cerrada que se contrae en forma de arco, como una anciana profundamente enferma. Todos esos rostros moldeados y pintados pertenecen a personas que existen en la realidad, es decir, son réplicas de gran calidad de caras de personas que podríais encontraros un día paseando por la calle, haciéndoos pensar un <<esta es la cara que preside el pomo exterior del baño de esa casa>>. Por otro lado, todas ellas, sean feas o viejas, muestran las heridas de la carne y el tiempo. Y por último, son las caras de personas que viven en el mismo barrio que la familia protagonista, con las que el padre nunca ha hablado pero odia hasta un nivel casi paródico.

Durante las catorce horas de replicación intensa, recuerda el hijo, su padre no ha dejado de sonreír amargamente ni un solo instante. Ha disfrutado negativamente cada uno de los trazos, de las muescas, de las formas a obtener. Lo ha hecho con tal devoción que, incluso, se ha emocionado de ira en más de una ocasión, a medida que iba terminando el trabajo y el parecido de los pomos con sus caras originales cada vez se acercaba más a la realidad.

Al día siguiente, el hijo halla al padre abriendo la puerta del comedor con una rabia inusitada, apretando con fuerza y posando las puntas de sus dedos en los ojos del rostro del nuevo vecino de arriba, como si pretendiera arrancárselos. Horas más tarde, ve como su padre se mete la mano dentro de los pantalones para mojarla con el sudor de sus genitales y abre la puerta de la cocina, girando el rostro de la cajera de supermercado con tanta fuerza que el pomo llega a su límite y aún así sigue chirriando en cortos espasmos. 

Las caras de los pomos siempre están mirando hacia arriba. Y cuando te dispones a abrir la puerta, giran hacia la derecha, en un gesto que podrían mimetizar perfectamente las cabezas de la gente cuando hay un mendigo cerca.

En el pomo delantero y trasero de la puerta casi abandonada que lleva al desván, descubre el niño días más tarde, están su cara y la de su madre. La del niño está gritando de dolor. La de la madre, cuyos ojos inyectados en sangre te miran fijamente, aparece sumida en la tristeza. Cabe destacar que el padre, desde entonces, se comporta muy amablemente con ellos.

sábado, 13 de abril de 2013

AL FINAL SE EMPLAZA CORRECTAMENTE EN LA SOCIEDAD

La primera vez que siente la llamada del asco y el odio irracional se encuentra mirando la televisión en 1996. Está sentado en el sofá y los anuncios corren por la pantalla bombeada del televisor y terminan en un silencio de pocos instantes tras los cuales aparece otro anuncio y luego otro y luego otro. La primera vez que siente la llamada del asco se descubre viendo un anuncio de juguetes en el que aparece un robot de sesenta centímetros de altura que es capaz de traerte limonada y te ama más que tus padres. Se descubre deseando ese robot blanco y con ojos rojos bajo fondo de visera negra con vehemencia y se pasa el día entero hablando del robot hasta que en alguna parte de su cabeza empieza a nacer la sensación de que hay un señor en un despacho muy lejano que decidió hacer ese anuncio para atraer vehementemente a los niños como él y que él ha dejado de ser especial de esa forma a la que podríamos llamar "especiales" a los niños. A partir de ese momento, en las sucesivas semanas, va siendo consciente de que siempre ha sido una pieza de engranaje -aunque en ese momento no fuera capaz de verbalizarlo-, y se imagina a sí mismo controlando el robot con el mando en su habitación mientras ese señor lejano le controla a él desde su despacho con un mando mucho más grande y complejo. Eso le hace sentir como si fuera un objeto, o quizás el reflejo de una cosa que podria ser humana pero que no termina de serlo. Ahora es cuando podrías pensar que el niño envía a tomar por el culo al robot porque ha pensado en todo eso y hay integridad en él porque los niños son puros, pero al final pide el robot a sus padres por Navidad y ahora mismo está abriendo la gran caja con impaciencia mientras sonríe, y es en ese instante y ni un segundo antes cuando siente en sus carnes el asco. 

viernes, 12 de abril de 2013

SETAS

Educan al niño bajo la lupa de la muerte sin darse cuenta. Lo meten en la cama y se pasa horas pensando en misiles ICBM termonucleares que explotan a pocos kilómetros de distancia. En su imaginación hay sembradas varias imágenes de archivo de pruebas nucleares estadounidenses en el desierto de Nevada, y en una de ellas, tras la irrupción del gran hongo, una nube sónica envuelta en polvo desintegra la pared de una casa como si alguien le soplara a un fino hilo de humo. Ante esa potencia el niño siente miedo y, por otro lado, alivio, porque días antes sueña que le pegan un tiro en la cabeza y siente un placer blanco indescriptiblemente puro y atrayente que no puede dejar de relacionar con el instante en el que la casa recibe el impacto y se queda levitando en el aire, justo antes de ser pulverizada. En el último hálito. Y en ese momento, desea que <<ojalá eso mismo le pasara a todo el mundo>>.


miércoles, 10 de abril de 2013

PÓNGASE SOBRE LA GRAN EQUIS MANCHADA DE SANGRE POR EL BIEN DE LA PATRIA, POR FAVOR

Le contaré qué es lo que va a pasar. Verá, usted se tiene que poner sobre esta gran equis y morir aplastado por el yunque que mi buen amigo Manolo, que es piloto de avionetas, le lanzará. Si usted coge un momento mis prismáticos y se los coloca bien, es decir, por el lado que da aumento en lugar de por el lado que parece alejarle aún más de la realidad, podrá vislumbrar el avión en cuestión y al propio Manolo sonriéndole y saludándole. Porque verá, a mí lo que más me interesa es que su muerte sea completamente transparente y que conozca cada uno de los pormenores relacionados con ella. Porque todo esto que le voy a obligar a hacer es por el bien común. ¿Que por qué debe morir usted por el bien común? Es una muy buena pregunta. Siéntese en esta silla y escuche atentamente.

Ha vivido por encima de sus posibilidades. Usted debería estar viviendo con cinco euros al día, y en lugar de eso, ha vivido con diez. Y eso no es crímen, porque los dos admitiremos que todo ser vivo, si puede comer más de lo que le dan, lo va a hacer. Pero no me va a negar que si una gacela come más de lo que le está permitido se pondrá gorda y será la primera en caer, ¿verdad? Pues ahí está el sentido de todo. La naturaleza es cruel, y a veces los lentos tienen que morir para que los fuertes coman. Porque los fuertes también pueden comer. De hecho, deben comer, porque el fuerte come por derecho de cuna. Porque es fuerte y no es débil. Porque es rápido y no lento. Porque él te puede matar y tú a él no. No se me asuste, señor. Nadie se lo va a comer. Era tan sólo una metáfora explicativa de por qué debe morir. Ya puede levantarse de la silla de "entender cosas".



Vigile dónde mete la mano. Es por su seguridad.


Pongamos que yo soy presidente de esta gran nación y le digo que tiene que hacer un esfuerzo dejando de comer durante un año por el bien común. En un principio pensará que el hecho de no comer es malo porque morirá, pero unos pocos meses más tarde, cuando entre en unos pantalones de talla infantil, va a agradecérmelo. Le contaré por qué: porque entonces será más atractivo, porque la gente flaca es más atractiva y eso es innegable, y entonces atraerá a los inversores, que en esta especie de metáfora que me he inventado serían señores vestidos de negro y con alzacuellos. ¿Empieza a entenderme? ¿Por qué no? ¿Qué puede haber en mi explicación que un hijo de la calle como usted no sea capaz de entender? ¿Que por qué no me mato yo? Y entonces, ¿quién le explicaría mediante interesantes símiles y metáforas las razones por las cuales debe usted morir? ¿Puede parar un momento de quejarse y tener sentido común? 

Cálmese. Aquí lo que todos buscamos es concordia. Seamos dialogantes. No podrá negarme a mí y al buen Manolo que no estamos haciendo un gran esfuerzo para que usted pueda encontrarle un buen sentido a su muerte. Eso que está diciendo es muy maleducado. Es usted un radical, ¿no se lo han dicho nunca? ¿Qué problema tiene con la gran equis en la que debe usted ser chafado brutalmente por un yunque? ¿Acaso no hemos escogido el color que más le gusta, que es el rojo? ¿Acaso no está sonando su canción favorita? Sea un poco más agradecido. Le daremos hasta tabaco, sólo si se porta bien. Pagando los correspondientes impuestos, claro. Debo repetirle que todo esto lo estamos haciendo por el bien de todos y por el bien de usted. Debe recordar eso. Desde el estado, trabajamos para usted. Y ahora calle un poco y póngase sobre la gran equis manchada con la sangre de sus hermanos, padres, abuelos, hijos y amigos por el bien de la patria, por favor. Que usted es el último que nos falta y el almuerzo no se va a comer solo.



sábado, 6 de abril de 2013

Entrevista imaginaria

Está claro que estoy ante una leyenda viva de la muerte. A veces nos puede parecer extraño usar esa combinación de palabras para nombrarle, pero cuando uno lo piensa bien, no puede utilizar una fórmula menos incorrecta. ¿Cómo se siente teniendo un cáncer terminal durante 81 años? Supongo que mal, pero ambos sabemos que estar al filo de la muerte es algo estimulante. Todos hemos estado apunto de matarnos alguna vez, ¿verdad? Sea con una piedra mal lanzada o por un coche conducido por un famoso profundamente borracho. Y usted lleva muchos años matándose lentamente, y aquí sigue. Es usted lo que Bram Stoker llamaría como "La Muerte en Vida". Un tumor cerebral que ha hecho metástasis en todo su cuerpo y en el de sus familiares. Un tumor muy cabrón, como lo llamaríamos coloquialmente. Con esa información delante, deberíamos reconocer que la vida a veces resulta ser poco más que una broma cruel. Yo, por ejemplo, vivo con el terror constante de morir en cualquier momento. Si me duele la cabeza, lo primero que pienso es que tengo cáncer. Y no creo que eso sea algo extraño, más bien al contrario. De hecho, en el futuro, lo más probable es que todo el mundo tenga cáncer. Considero que será como el périplo de los dientes de leche, como la primera menstruación o el primer polvo. Usted, en este sentido, ha hecho muchas cosas para normalizar el cáncer. Recuerdo lo que me contó una vez: volviendo usted del hospital ese viernes de 1932. Llegó al trabajo y todo el mundo le recibió con un homenaje. Y al año siguiente el homenaje fue menor, pues seguía usted vivo. Y así hasta que simplemente dejaron de sentir pena y se dedicaron a sus vidas. Luego la guerra, pero eso son otras historias. Por otro lado no querría indicar que eso fuera un menosprecio. Ni mucho menos. Simplemente se ubicó en la normalidad de la muerte. Porque la gente siempre muere. Y en unos años mucho más, porque esto parece el S.XIX y una guerra realmente grande no tardará en llegar. Pero venga, no rompamos el final. Tomémonos una cerveza y hablemos largo y tendido de lo muy mal que se encuentra.

viernes, 5 de abril de 2013

HAY UNA COSA QUE TE QUIERO DECIR


VIETNAMOR



¿Qué te pasa?

Estás en la calle. Hace frío, el viento silba de esa forma siniestra. Tu bufanda se mueve como una bandera izada. Te duele mucho el cuello y no sabes por qué. Quizás te has dormido en una mala postura. Quizás te duele porque a veces las cosas simplemente duelen sin razón alguna. De pronto te encuentras con tu ex-pareja. La acompaña un hombre mucho mejor que tú en todos los sentidos. De hecho es tan guapo que una parte de ti se lo follaría. Ella te saluda con una sonrisa calculada. Te pregunta cómo te va. Tú le dices que bien, como siempre, porque tú siempre estás bien. Ella asiente con una mirada de pena que conoces de hace años. Sigue siendo la misma persona, aunque parezca extraño. En ese momento te sientes como si el pasado y todos los recuerdos con ella fueran esporas que se esparcen por el aire. Él se presenta. Te dice, con un español demasiado masticado, que se llama Ewan McGregor. Oyes su nombre y sabes perfectamente quién es, pero tu cara no muestra expresión alguna porque vas ciego de calmantes. Eso, de alguna forma, te da un aire de dignidad que dura hasta que lo piensas bien. En ese momento, imbuído en una sensación de claustrofobia, bajas la mirada. Hay unos instantes de tensión. Los dos se quedan sonriendo y observándote. Te duele un montón el cuello. Al final, después de un periodo de duda, os despedís. Parecía que teníais cosas a deciros, pero sólo queda vacío. Te duele muchísimo el cuello. Es como un pinchazo agudo y venenoso que te desconecta de la realidad. Tal vez sea un tumor.