sábado, 13 de abril de 2013

AL FINAL SE EMPLAZA CORRECTAMENTE EN LA SOCIEDAD

La primera vez que siente la llamada del asco y el odio irracional se encuentra mirando la televisión en 1996. Está sentado en el sofá y los anuncios corren por la pantalla bombeada del televisor y terminan en un silencio de pocos instantes tras los cuales aparece otro anuncio y luego otro y luego otro. La primera vez que siente la llamada del asco se descubre viendo un anuncio de juguetes en el que aparece un robot de sesenta centímetros de altura que es capaz de traerte limonada y te ama más que tus padres. Se descubre deseando ese robot blanco y con ojos rojos bajo fondo de visera negra con vehemencia y se pasa el día entero hablando del robot hasta que en alguna parte de su cabeza empieza a nacer la sensación de que hay un señor en un despacho muy lejano que decidió hacer ese anuncio para atraer vehementemente a los niños como él y que él ha dejado de ser especial de esa forma a la que podríamos llamar "especiales" a los niños. A partir de ese momento, en las sucesivas semanas, va siendo consciente de que siempre ha sido una pieza de engranaje -aunque en ese momento no fuera capaz de verbalizarlo-, y se imagina a sí mismo controlando el robot con el mando en su habitación mientras ese señor lejano le controla a él desde su despacho con un mando mucho más grande y complejo. Eso le hace sentir como si fuera un objeto, o quizás el reflejo de una cosa que podria ser humana pero que no termina de serlo. Ahora es cuando podrías pensar que el niño envía a tomar por el culo al robot porque ha pensado en todo eso y hay integridad en él porque los niños son puros, pero al final pide el robot a sus padres por Navidad y ahora mismo está abriendo la gran caja con impaciencia mientras sonríe, y es en ese instante y ni un segundo antes cuando siente en sus carnes el asco. 

4 comentarios:

  1. Tus relatos me producen una ambivalencia de alivio y desesperación. Como una risa amarga luchando por salir de mi garganta.

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    1. Hola, las risas amargas suelen ir acompañadas de esputos. Envíame uno en un bote.

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  2. ¿Ese niño está inspirado en ti?

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