viernes, 12 de abril de 2013

SETAS

Educan al niño bajo la lupa de la muerte sin darse cuenta. Lo meten en la cama y se pasa horas pensando en misiles ICBM termonucleares que explotan a pocos kilómetros de distancia. En su imaginación hay sembradas varias imágenes de archivo de pruebas nucleares estadounidenses en el desierto de Nevada, y en una de ellas, tras la irrupción del gran hongo, una nube sónica envuelta en polvo desintegra la pared de una casa como si alguien le soplara a un fino hilo de humo. Ante esa potencia el niño siente miedo y, por otro lado, alivio, porque días antes sueña que le pegan un tiro en la cabeza y siente un placer blanco indescriptiblemente puro y atrayente que no puede dejar de relacionar con el instante en el que la casa recibe el impacto y se queda levitando en el aire, justo antes de ser pulverizada. En el último hálito. Y en ese momento, desea que <<ojalá eso mismo le pasara a todo el mundo>>.


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